Lo
que nos tranquiliza es el sentimiento casi indecible
de
que en cierto sentido todo es jaguar,
que
la cama misma es jaguar... y también la casa,
oh
sí, la casa misma podría ser jaguar
aunque
la inteligencia más sutil
vacile
en aceptar semejante hipótesis
Julio
Cortázar
Con
el espíritu del Jaguar
serás
un guerrero ágil y audaz
en
la luz y las sombras
Sonia
Iglesias y Cabrera
En
la cosmovisión mesoamericana el jaguar ha tenido un lugar sumamente
relevante. Los Olmecas, los Aztecas, y los Mayas solían representar
a los hombres con rasgos de jaguar. Simbolizó la noche y la
oscuridad, lo oscuro de la matriz de la Madre Tierra que genera vida.
Fue el guardián de las oscuridades terrestres, y también símbolo
del Sol en su recorrido nocturno por los inframundos subterráneos.
La
religión Olmeca fue politeísta, sus numerosos dioses representaban
elementos de la naturaleza como el sol, el agua, la lluvia, los
volcanes y los animales. Sin embargo, el meollo de sus creencias
estuvo centrado en el culto al hermosísimo jaguar. Para los Olmecas,
fundadores de la cultura madre de la civilización Mesoamericana
(1200 a.C. - 800 a.C.), asentados en el actual estado de Veracruz, el
jaguar constituyó el símbolo principal de su religión; el
representante totémico de los espíritus de la naturaleza, la
expresión de la mítica raza de los hombres-jaguar. Su simbología
se relacionaba con la serpiente acuática, representante del agua de
la tierra. Del jaguar y de la serpiente surgió la serpiente-jaguar;
es decir, el agua que fecunda la tierra, de la cual surge el maíz,
el alimento por excelencia de los hombres.
Así
pues, el jaguar y la serpiente connotaban la fecundidad y el
nacimiento. Sus arquetipos mitológicos por excelencia fueron el
jaguar, la serpiente emplumada, el hombre de la cosecha y el espíritu
de la lluvia representado por un niño pequeño. El centro de la
religión Olmeca fue el jaguar, representado en la iconografía
realizada en sus esculturas, sus relieves y sus colosales cabezas, y
cuya característica sobresaliente fue la boca trapezoidal, de
comisuras descendientes, labio superior engrosado y, en muchos casos,
con colmillos sumamente pronunciados. Casi todas las figurillas
Olmecas poseen fuertes rasgos felinos, rasgos de jaguar. Hecho que se
apoya en el mito que cuenta que una mujer copuló con un jaguar y de
esta copula nacieron los hombres-jaguar.
Por
ello, se afirma que los Olmecas descendían de este felino, y no
puede pensarse menos de estos escultores de cabezas monumentales en
las que destacan los rasgos típicamente felinos. El llamado dragón
Olmeca, como se nombra genéricamente a la representación deificada
del jaguar, fue esculpido en piedra destacando los rasgos propios de
las serpientes, aves, y jaguares. Se trata de un hombre-jaguar-dios
con rasgos felinos, de sapo, humanos, y de cocodrilo. A esta deidad
se le adoraba en templos ceremoniales y se le dedicaba ofrendas de
figurillas antropomorfas y zoomorfas, hachas votivas, collares,
orejeras y cerámica.
El
Señor de las Limas pertenece al período Preclásico Mesoamericano.
Se trata de la escultura de un hombre sentado que sostiene en brazos
a un niño- jaguar, vinculado a la mitología Olmeca. Se encontró en
la población de Las Limas, pequeña población del estado de
Veracruz. El Señor fue tallado en jadeíta; se trata de una
escultura grande en relación al material empleado en su elaboración,
con un peso de sesenta kilos. Algunos estudiosos afirman que la
escultura fue utilizada por los sacerdotes Olmecas como símbolo del
origen del mundo y de la cosmovisión ligada al mito de creación. El
color verde de la jadeíta remite al los conceptos de vida-muerte, al
renacimiento de la naturaleza, y al corazón que permite el tránsito
de esta vida al más allá: el corazón de piedra verde. El
niño-jaguar que el Señor de las Limas sostiene en brazos simboliza
al espíritu de la lluvia, parte indispensable del renacimiento
vital.
Fotos:
1.
Disco Jaguar: Museo Nacional de Antropología, SS.
2.
Amor Jaguar: Mural en Museo Nacional de Antropología, SS.
3.
Dios Jaguar: Museo Nacional de Antropología, Ciudad de México.
4.
Guerrero Jaguar: Jack Farrel. The Last Diadoch.
Fuente:
Lectura
complementaria:
The Last Diadoch
Oz